domingo, 27 de noviembre de 2016

Una pesadilla, una reflexión

Por Jazmín Luna

Parecía un día como cualquier otro, pero lo que yo no sabía es que desde ese momento mi vida cambiaría por completo. Me sentía rara, pensamientos invadían  mi mente de una manera extraña. Te preguntarás ¿qué pensamientos? La verdad, muchos.
El pensar esas cosas hizo que sintiera nostalgia al extrañar cosas que ya no tenía. Ya cansada de caminar decidí  sentarme en aquel banco solitario de la plaza. Cerré mis ojos un momento y es lo último que recuerdo.
Desperté, sin poder pensar... Luego de unos minutos me pregunté dónde estaba. Todo estaba tan oscuro, no podía ver, me sentía tan asustada y sola. Sin saber qué hacer comencé a llorar. ¿Qué fue lo que sucedió?
Lo único que podía ver era una pequeña luz en la cerradura del lugar en donde me encontraba.
Solo me quedaba esperar que esa puerta se abriera. De repente sentí el llanto de una niña a mi izquierda y supe que no estaba sola. Sin sentir temor decidí hablarle pero ella no contestaba, lo único que hacía era llorar desconsoladamente. Intente tranquilizarla y entre las paredes oscuras comencé a moverme hasta encontrarla. Solo tenía 5 años. ¿Por qué hacerle esto a una niña inocente con una vida por delante?
La verdad, no entendía nada pero lo que sí sabía es que me habían secuestrado; nos habían secuestrado. Decidí tranquilizarme y pensar como podíamos salir de aquí. Aunque no tenía fuerzas me quedaba una pequeña esperanza. Los días  pasaban y cada vez me sentía más sola y débil. Sacaba fuerzas de donde no tenía, solamente porque a mi lado se encontraba Abril, esa pequeña que cada noche recordaba a su familia y lloraba al extrañar a su padre. Sentía una impotencia por no poder hacer nada ni por ella ni por mí.
De repente sentí una voz diciendo: -Despierta, se hace tarde-. Mis ojos se abrieron, era mi hermana. Suspiré y me pregunté: -¿todo fue un sueño?  Juro que parecía tan real que aún me queda esa horrible sensación de tristeza-.

Pero la verdad es que este sueño me sirvió para valorar la libertad que Dios me regala cada día, y pensar que en el mundo hay tanta gente mala que hace eso, secuestran personas dejándolas sin esperanzas, destruyendo sus sueños y sus vidas. Solo espero poder algún día luchar por esas personas y sus derechos. La verdad este sueño me conmovió.

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