Todo empezó un día
que estaba con mi amigo y le conté una historia que me había sucedido hace tiempo.
Nos sentamos y le empecé a contar la historia. Empezó todo cuando mis padres se
fueron y me dejaron cuidando la casa.
Yo estaba tranquilo
viendo la televisión con las luces apagadas, y se sintió un ruido. Asustado me
levante de un salto; temblando fui a ver de dónde provenía el sonido. Llegué a
la cocina, encendí la luz. Tranquilizado me di cuenta que era el viento que al
soplar muy fuerte abrió las hojas de la ventana y se golpeaban muy fuerte. Las cerré,
me fui de nuevo a mi habitación y me acosté. Pero...otra vez, el mismo ruido.
Me levanté, fui hacia la cocina, tranquilo, pensando que era la ventana, pero
cuando llegué a la cocina y encendí la luz sentí que se me paró el corazón.
Estaban todos los platos rotos en suelo.
Asustado, pensé en
quien pudo causar todo esto o que me harían mis padres cuando lleguen y vean
todo esto, si me retarán y no me dejarán salir a jugar. Entonces me puse
limpiar y encontré huellas. Eran de un gato, por lo que pensé que podía culpar
al gato del vecino. Limpié y me fui, pero cuando me estaba yendo se escucharon
pasos en el sótano. Salí corriendo a mi habitación con miedo y de un salto me
tiré a la cama, tapándome hasta la cabeza y me dije: “soy un miedoso”. Así es que
me levanté y fui a ver qué pasaba para superar mis miedos. Entonces bajé y abrí
la puerta del sótano y entré. La luz se apagaba y se prendía. Respire hondo, cerré
los ojos y caminé hacia donde se escuchaban los pasos. La caminata se hizo
intensa y cada vez me acercaba más al ruido cuando veo que solamente eran gotas
que caían al suelo. Calmado, volví y vi a mis padres. Estaba feliz por haber
superado mis miedos.
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