Todo comenzó en la cancha del
barrio, en un día lluvioso. Vinieron unos chicos nuevos en el barrio y fueron a
jugar un picadito. Pasaron los minutos y los chicos nuevos pidieron jugar. Les
dije que si, así que uno se sumó a mi equipo y el otro al equipo de mi amigo.
Al término el partido y vinieron
a querernos robar. Los nuevos salieron corriendo porque tenían miedo. Me robaron a mí y a mi amigo
porque los otros se fueron. Nos sacaron los botines y las remeras. A partir de entonces
empezamos a tenerle miedo a ir a jugar a esa cancha. Pero al día siguiente
fuimos a jugar de nuevo a la cancha y llegaron los nuevos. Les preguntamos por qué
se fueron y nos dijeron que habían tenido miedo.
Después de unos minutos llegaron
los que nos habían robado y a nosotros nos dio miedo de nuevo pero nos dijeron:
-Disculpen chicos. Sólo queremos hablar
con ustedes y pedirle perdón por robarle-.
Les dijimos que los perdonamos. Unos minutos después nos devolvieron los
botines y las camisetas. Quedó todo bien con ellos y seguimos jugando al fútbol
todos juntos.
Mis amigos y yo nos quedamos más
tranquilos porque habíamos hecho amigos nuevos y nos habían devuelto las cosas.
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