lunes, 28 de noviembre de 2016

Taller de producciones narrativas 2016

¡Bienvenidos! Desde la asignatura Lengua y Literatura de 5° Año del Instituto Secundario Dalmacio Vélez Sarsfield nos complacemos en compartirles las producciones narrativas de los alumnos. A raíz de una actividad recreativa indagaron acerca de sus miedos y placeres, y los utilizaron como disparadores de sus historias. Con un resultado sumamente diverso respecto a las temáticas, escenarios y tramas discursivas, cada alumno intentó dejar en su narración no sólo sus ideas, sino también parte de sí mismo y de su historia personal. Sin más preámbulos, desde la periferia sureste de la ciudad de Córdoba, Argentina, queda a su disposición la recopilación de sus obras: La quinta pata de los gatos.
Que lo disfruten...

Las aventuras de mi mejor amigo

Por Florencia Villegas Maldonado

Él era tan viejo, que sus años ya le pesaban en aquel asilo, en ese rincón de la habitación 24 podías observar a un pobre viejo lleno de historias por contar pero nadie que pudiera escucharlas. Todos los días lo agobiaba la rutina, el tener que levantarse y tener que tomar todos los malditos días un puñado de pastillas era algo muy cansador. Él, tan aventurero y soñador; era ilógico para el señor Wilmor tener que pasar los pocos años que le quedaban de vida jugando al bingo en la sala de un asilo.
Ya harto de toda esa situación decidió hacer a un lado su orgullo y escribirle una carta a sus hijos. En la misma, les pedía por favor que lo sacasen de ese lugar, que si bien era un edificio muy bello, no podía soportar terminar su vida en la sala de un asilo.
Artur Wilmor junto a su esposa Julieta Kilman habían concebido tres hijos: Josep, Usair y Julieta Wilmor, de los cuales ninguno se tomó la molestia de siquiera leer la carta que Artur le había escrito desde el asilo ya que ellos solo contestaban emails. Los tres eran muy exitosos. Josep Wilmor era un exitoso abogado, casi el mejor de la ciudad y sus hijos iban a las mejores escuelas privadas del país. Lo mismo ocurrió con Julieta Wilmor; era una prestigiosa psicóloga y también una destacada pintora; sus dos únicas hijas estaban estudiando en la mejor escuela de Paris.
Por último, Usair Wilmor, era un excelente político, pero él no corrió la misma suerte con sus hijos; a pesar de que él se había encargado de mandarlos a los mejores colegios y universidades del país no alcanzo para su hijo menor, August, el cual con 18 años había caído en las drogas y el alcohol, y como si eso no fuera poco, una serie de delitos que llevo a cabo hicieron que fuera a prisión. Aunque Usair no tardo ni un día en pagar la fianza, no quedo conforme con que su hijo vuelva a las calles a cometer delitos y manchar su apellido. Lo tenía prisionero en su casa; August harto de esa situación decidió comenzar a leer algún libro y para ello fue a la biblioteca de la casa. En esa habitación a la que casi nadie iba, que solo ocupaba el papel de decoración de la enorme casa, August encontró un mundo completamente distinto, lleno de fantasía y realidad, un lugar extraordinario.
Un día, entre papeles del escritorio de la biblioteca, encontró una carta. Y como era muy curioso no tardo ni un minuto en leerla. En ella se encontró con que su abuelo estaba vivo y que necesitaba ayuda para poder concretar su vida de la mejor manera posible. En secreto y sin que nadie supiera de la existencia de esa carta decidió salir de la casa e ir al dichoso asilo. En la sala 24 se encontró con un cuadro desgarrador y penoso. Era un pobre viejo al cual la edad se le vino encima. Artur, sabia de su existencia pero jamás en la vida lo había visto.
Su nieto encontró en él a un amigo, su único amigo. Con el paso de los días, August se dio cuenta de que las historias de su abuelo eran mucho más emocionantes que un libro. Historias de amor, de engaños y mentiras, de fabulosos hechos que le habían ocurrido en su larga vida; también le contó sobre todos los viajes que había realizado y sobre los corazones rotos que había dejado. Y así pasaron tres años… tres valiosos años de escuchar fabulosas historias, con las cuales, como idea de los dos, hicieron un libro con el final más desconsolador de todos, la vida de Artur Wilmor llego a su fin; fue un golpe muy duro para su nieto.
Sus hijos al enterarse de lo sucedido de inmediato se pusieron en contacto y fueron al asilo. Era muy doloroso ver como esas tres personas no le importaba ni un poco el fallecimiento de su padre. Solo querían que el juez leyera el testamento. El juez llamó a los tres hijos de Wilmor; pero todos quedaron boquiabiertos cuando también llamo a August Wilmor. Al entrar todos, el juez procedió a leer el testamento del señor Artur Wilmor:
-“A mis hijos a los cuales amo con toda mi corazón les dejo la casa de México”- leyó el juez. Los tres quedaron completamente en shok.
-¡¿Una casa?! ¿De tantas propiedades que el tenía? Es inmoral este testamento- reclamó Julieta.
-Déjeme terminar con la lectura, si es tan amable señorita- le dijo el juez.
Retomó el juez la lectura del testamento:
-La mitad de mi herencia irá para el asilo: para remodelaciones y todo lo que haga falta para esas maravillosas personas con las cual conviví mis últimos años de vida-.
-¡Es un disparate!- dijo Josep.
-¿Podré seguir con la lectura sin interrupciones?- levantó el tono de voz el juez.
Nuevamente retomó la lectura y ya terminando de leer el testamento se dirigió a August:
-August Wilmor mi mejor amigo, mi compañero, mi nieto, a vos te dejo lo que resta de mi herencia, pero aparte te dejo algo mucho más valioso: un libro con el cual te harás muy famoso, quiero que lo publiques en honor a nuestra amistad. Gracias por hacer que mis últimos tres años de vida fueran mejores que las historias que te contaba-.
Ninguna de las personas dijo una sola palabra, todos se levantaron de sus asientos y se fueron sin diálogo alguno.
August se alejó de su familia, se fue a vivir a una propiedad que le había dejado su abuelo cerca de la playa. Allí tomó contacto con personas para que pueda publicarse ese fantástico libro. Un año después logró finalmente publicar el libro, titulado: “Las aventuras de mi mejor amigo”.
En menos de un mes había vendido un millón de ejemplares y se había vuelto doblemente rico, aunque el dinero es lo menos que le importaba. Él había descubierto un mundo nuevo; feliz de la vida viaja por el mundo entero, y sigue escribiendo para que todas las personas puedan ver su talento.

domingo, 27 de noviembre de 2016

La luz y la oscuridad

Por Milagros Zarate

Estando la oscuridad sola, se preguntaba qué hacía de malo o qué tenía que provocaba miedo a la gente. Viendo a la luz se preguntaba también que tenía ella de especial. La oscuridad, al  escuchar a los niños y adolescentes hablar mal de ella, se sentía triste y sola.
La luz noto esa tristeza y soledad que tenía la oscuridad, así que decidió hacer algo para ayudarla. De a poco, la luz empezó a convencer a la oscuridad y a la gente, que ella no tenía intenciones de asustar y provocar miedo, pero ni la gente ni la oscuridad se convencieron de eso.
Al pasar el tiempo, la oscuridad fue entrando en confianza con la luz y le gustaba escuchar historias que la luz le contaba, como por ejemplo la historia de cuando la luz se iba y estaba todo oscuro, y la gente prendía velas y los niños jugaban con las sombras. Después de tanto trabajo, la luz al fin pudo convencer a la oscuridad que no era mala y que se podian hacer cosas divertidas en la ausencia de la luz.

Pero ahora quedaba ¡convencer a la gente! La luz para terminar con todo eso, decidió ausentarse por varias semanas para que las personas se acostumbraran a la oscuridad y pudieran superar el miedo y la idea de verla como algo malo. A la gente no le quedó otro que acostumbrarse a la ausencia de la luz. Después de un mes, la luz decidió regresar. Al volver la luz, la gente se dio cuenta que nada malo había pasado en la oscuridad, y que ella no era desagradable. La oscuridad termino muy agradecida con la luz porque sin ella no podría haber superado  su propio rechazo y el de la gente.

Exótico

Por Florencia Torres

En las afueras de la ciudad de Oregón se encontraba un pequeño mar que contenía únicamente peces de  raras características: dientes puntiagudos, escamas de extraño color negro, y ojudos, lo que hacía a este pez poco deseado para la pesca.
Cierto día llega un pescador al lugar, tira su caña pero no tiene suerte; la tira nuevamente y lo que sacó lo impactó. Era un pez raro, difícil de describir, con escamas totalmente blancas, muy distinto a los demás. El pescador tomó al pez, lo llevó a su hogar y lo nombró Pira, ya que parecía una piraña.
Al no conocer el pez decide llevarlo a un veterinario especialista en animales exóticos, quien al verlo se sorprendió y le dijo que era un pez único en su especie ya que se suponía que estaban extintos hace cien años.
-Es imposible que usted se quede con él ya que necesita vivir en un espacio más abierto- dice el veterinario, pero el pescador decidió dejárselo.

Los meses pasan y el pescador se "encariñaba" cada vez más con Pira. Pero Pira no se encontraba en  buenas condiciones. El pescador se dio cuenta que haberlo tenido en una pecera no había sido una buena idea, por lo que a la mañana siguiente decidió devolverlo a su hogar, donde estaría más cómodo.

El motor de la vida

Por Julio Rojas

Principalmente los motores de la vida de Bart son la familia, el colegio y el deporte, por qué a través de estos motores podemos conocer y hacer amistades, compañeros y gente muy buena en quien confiar y poder rodearse con el fin de tener un buen futuro con personas con las que se puede contar para lo que sea.
Todo esto lo  moviliza a seguir y a no bajar los brazos nunca. Los amigos, la madre y él son los grandes protagonistas de esta vida, en donde el personaje principal es Bart aún con sus defectos y virtudes. Ellos son los que lo alientan a seguir, entonces no debe defraudarlos.
Es su motor, el cariño que recibe y el empuje de todos, lo que hace de él, un joven constante y responsable en el deporte que más le gusta, que es el fútbol.
Su pasión comenzó cuando tenía 4 años y siempre acostumbrado a jugar con sus amigos del barrio, los compañeros de la escuela y ahora está muy feliz por pertenecer a un club y estar de pretemporada en el mismo.
En esta etapa, el motor de su vida fue el deporte, porque lo hace con mucha pasión, voluntad y esperanza de conseguir algo como deportista. El fútbol lo impulsó a forjar un futuro mejor y cómodo.

Su sueño es poder ayudar a su familia ya sea económicamente y en cualquier tipo de aspecto en tiempos futuros. Otro de sus sueños es formar una familia, tener hijos y que ellos sigan los pasos del padre en cualquier disciplina deportiva o carrera profesional, ya que eso los va a ayudar a progresar en la vida como él lo hizo, lo que se llamaría herencia de estilo de vida y ser felices por siempre.

La luna

Por Brisa Rivadero

Había anochecido ya y la noche dejaba presenciar la luna como nunca, con su brillo natural. Me encontraba solo, varado en un triste, solitario y oscuro bosque, en el que no había estado nunca. No tenía compañía, excepto aquella luna que alumbraba un camino desconocido.
Decidí seguir ese camino, aunque tenías mis dudas. Pensaba cómo salir de aquel bosque, que ya se estaba poniendo tenebroso. Camine… y camine… pero ese camino no llegaba a nada, mas que ha ese mismo bosque, ese mismo lugar.
Comencé a asustarme, a tener miedo. Y lo peor es que mi única compañía también me había dejado. Entre tanto  caminar, la luna desapareció. Esa hermosa luz que me brindaba para volver a mi vida, me había abandonado.
Ahora podría decir que estaba solo. Y ese era mi miedo absoluto. El quedarme solo. El tiempo pasaba y la luna seguía sin aparecer, y yo seguía intentando salir de ese bosque que me tenía atrapado.
Sin la luz de la luna, todo se puso negro, ya no veía nada, mis ojos no alcanzaban a ver… Todo lo que quería me había dejado, y me habían abandonado. Solo y triste. Y entonces… cuando desde el cielo montones de luces me alumbraban… allí estaba ella, radiante, como cuando me dejó. Volvió para a mí, me devolvió esa luz, volvió mi compañía.
Es entonces, que comprendí, que siempre que se quiera se puede tener una compañía, y que solo hay que buscarla pero siempre hay alguien que está para a vos.
También comprendí a la luna, que se sentía como yo, y más aún cuando todo se nublaba y no podía brindar su luz.
Estuve días varado en ese bosque…  pero algo raro pasaba, nunca se hacía de día, siempre la luz de la luna. Y algo pasaba en mí, me sentía como si estuviera dormido. No podía abrir mis ojos, no entendía qué pasaba…
En ese instante y con mucha fuerza logré abrir mis ojos. Comencé a mirar a mí alrededor, no sabía qué pasaba. Alrededor mío había mucha gente… y empecé a preguntar qué pasaba pero nadie me contestaba.

Esas personas que estaban allí conmigo eran mi familia. Luego de un rato de espera, me contaron lo que me había pasado. Estaba en coma, y era esa la soledad que yo tenía… el saber que nadie estaba allí, salvo esa luz, que era la voz de mi madre y que fue ella la que estuvo siempre para a mí. Y me recordó que nadie esta solo, que no existe la soledad. Es ahí cuando mi miedo, se convirtió en mi alegría.

Michino

Por Ezequiel Reyna

Esta historia comienza en el año 2001, cuando yo tenía un año, y me regalaron un gatito de color marrón y ojos verdes, al cual nombré Michino. El tiempo pasaba y nosotros estábamos todos los días juntos. Podíamos estar horas jugando en el jardín de casa.
Un domingo mi papá nos llevó al parque a pasar el día. La verdad es que la estaba pasando muy bien con Michino, en un momento yo empecé a correr por el parque y él corría atrás mío.
Más tarde, fui con mi mamá a comprar a un negocio cerca de allí y cuando estaba por cruzar la calle Michino salió corriendo atrás mío.
Una vez que yo había cruzado, vi que él estaba en el medio de la calle. Justo venía moto muy fuerte que no tuvo tiempo de frenar y entonces mató a mi pobre gatito.

Desde ese día veo una moto y siento mil cosas por dentro, me dan mucho miedo las motos. Nunca más tuve un gatito porque me recuerdan a Michino y a todos los bellos momentos que pase junto a él. Al pasar casi 11 años de lo ocurrido superé ese miedo a las motocicletas ya que mi primo me enseñó a manejar y luego me compré mi propia moto. 

Fin de las caminatas

Por Milagro Quiroga

Hace muchos años una chica llamada Romina, de 16 años,  vivía en un campo con sus abuelos.
Resulta que a Romina le daban mucho miedo los duendes, la pregunta era ¿porque? ¿Existían los duendes? Siempre respondía que sí y contaba su anécdota.
Romina como todas las tardes salía a caminar con su perrito porque era lo que más le gustaba hacer. Cuenta que iba caminando cuando se le cruzó un duende corriendo. Ella no sabía qué era hasta que el duende salió de atrás del árbol donde se había escondido. Cuando salió tenía en su mano un hacha, con la cual la amenazó a Romina queriendo matar a su perro. Corrió rápidamente a avisarle a su abuelo, pero el duende cayó en un pozo enorme que siempre hubo en el campo de su abuelo. Al llegar a casa le avisa a su abuelo rápido para que vaya hacia el hueco a atrapar el duende. Cuando llega era cierto el duende estaba ahí.
Llamaron a los bomberos para que lo sacarán de ahí, cuando se lo llevaron nadie lo podía creer. Era la primera vez en la vida que alguien atrapaba un duende. Ese duende quedó en un lugar especial donde lo investigaban para averiguar cómo eran su hábitat y demás cosas.

Desde ese día Romina continuo con su vida normal pero sin salir a caminar como a ella tanto le gustaba.

Supera tus miedos

Por Julio Oviedo

Todo empezó un día que estaba con mi amigo y le conté una historia que me había sucedido hace tiempo. Nos sentamos y le empecé a contar la historia. Empezó todo cuando mis padres se fueron y me dejaron cuidando la casa.
Yo estaba tranquilo viendo la televisión con las luces apagadas, y se sintió un ruido. Asustado me levante de un salto; temblando fui a ver de dónde provenía el sonido. Llegué a la cocina, encendí la luz. Tranquilizado me di cuenta que era el viento que al soplar muy fuerte abrió las hojas de la ventana y se golpeaban muy fuerte. Las cerré, me fui de nuevo a mi habitación y me acosté. Pero...otra vez, el mismo ruido. Me levanté, fui hacia la cocina, tranquilo, pensando que era la ventana, pero cuando llegué a la cocina y encendí la luz sentí que se me paró el corazón. Estaban todos los platos rotos en suelo.

Asustado, pensé en quien pudo causar todo esto o que me harían mis padres cuando lleguen y vean todo esto, si me retarán y no me dejarán salir a jugar. Entonces me puse limpiar y encontré huellas. Eran de un gato, por lo que pensé que podía culpar al gato del vecino. Limpié y me fui, pero cuando me estaba yendo se escucharon pasos en el sótano. Salí corriendo a mi habitación con miedo y de un salto me tiré a la cama, tapándome hasta la cabeza y me dije: “soy un miedoso”. Así es que me levanté y fui a ver qué pasaba para superar mis miedos. Entonces bajé y abrí la puerta del sótano y entré. La luz se apagaba y se prendía. Respire hondo, cerré los ojos y caminé hacia donde se escuchaban los pasos. La caminata se hizo intensa y cada vez me acercaba más al ruido cuando veo que solamente eran gotas que caían al suelo. Calmado, volví y vi a mis padres. Estaba feliz por haber superado mis miedos.

El Reino de Daila

Por Astrid Ocaña Falcon

Érase una vez una hechicera llamada Atira, envidiosa y arrogante. Ella vivía en un tenebroso reino de nombre Darkness. Atira sentía envidia de Daila, una hermosa princesa que reinaba una pequeña isla flotante llamada Corazón Verde.
Un día Atira decidió visitar la isla junto a su más fiel sirviente, Gael. Querían proponerle a la princesa su belleza a cambio de su reino. Al entrar a la isla Atira se quedó sorprendida al ver bellas gemas y decoraciones de oro y plata. Un guardia les dio la bienvenida diciendo:
-Bienvenida oh reina que viene del lejano reino Darkness, la princesa la espera-.
Daila la esperaba sentada en un hermoso trono hecho con diamantes y cristales, y Atira sintió envidia de su belleza. Era cierto Daila era una mujer bellísima y amable. Daila al ver a Atira dijo:
-¿A qué se debe su visita?-.
-Estoy en esta isla porque deseo proponerte algo- respondió Atira.
-¿Qué es?- preguntó la princesa.
-Dame tu belleza y te daré mi reino a cambio- respondió Atira.
-¿Solo a eso ha venido de tan lejos? ¿A proponerme algo ambicioso y malvado?-.
-Si yo obtengo tu belleza, seré la única, la más hermosa de este planeta al que los humanos saben llamar tierra- respondió Atira.
-Por ser ambiciosa mi Dios la castigará, si sólo a eso ha venido quiero que se valla de mi isla mujer demonio-.
Desde aquella discusión Atira y Gael fueron castigados y cubiertos por una oscuridad malvada. Pasaron doscientos años y no se llegó a saber nada de Atira y su reino.
Cada vez que se hacía de noche Daila se despertaba y bajaba a la tierra a comunicarse con sus amigos de la noche: grillos, luciérnagas, ranas, aves nocturnas y hadas mágicas. Ella se había hecho amiga de ellos y cada noche Daila cantaba una canción que la recordaba a su isla y lloraba de felicidad. Cada lágrima que caía de sus hermosos ojos azules formaban los ríos y pantanos y estos se convertían en bellas lagunas dónde sus amigos jugaban con ella. Daila cantaba y sus amigos compartían su alegría. 

Equipo

Por Augusto Manrique

Había salido con mi grupo de amigos a festejar la noche del 31 de octubre. Eran medianoche y cada uno de mis amigos estaba vestido con disfraces llamativos. Intentando transculturar la tradición de Estados Unidos, cada uno de ellos iba a casas de nuestros vecinos gritándoles la frase “Dulce o Truco”.
Los vecinos, con simpatía, nos daban caramelos de todo tipo. La gente del barrio nos conoce ya que nosotros formamos parte del equipo barrial de fútbol. Esa noche nos desearon suerte en el campeonato y hasta hubo una señora que nos regaló una antigua pelota de trapo, que según ella, nos iba a traer suerte. Mis amigos, con educación, le agradecieron por el regalo y nos fuimos, al llegar a la esquina nos descosimos de la risa.
La noche era calurosa. Por momentos, uno que otro mosquito nos molestaba pero eso no impidió que continuemos con nuestra fiesta. Uno de mis amigos, que lo apodábamos Cabe, fue vestido de “Kaneki Kun”, un personaje de un animé japonés. Al llegar a una plaza se detuvo y empezamos a mirarnos entre nosotros.
-¿Qué pasa?- le pregunté.
-Somos 12- dijo, mirando al grupo reunido en la vereda -Cuando salimos éramos 11, pero ahora somos 12-.
-Es cierto- respondió Lucho, otro chico de nuestro equipo quien estaba vestido de momia.
-Alguien se coló entre nosotros-.
-¿Y qué importa?- dijo Seba, el capitán, que estaba disfrazado con la máscara del hombre araña.
-La estamos pasando bien igual, ¿acaso somos una secta?-
-No- dijo Cabe -pero me gustaría saber quién es, así que le voy a pedir al pibe que se agregó que diga su nombre-.
Nadie respondió. Los 12 chicos se miraban entre todos pero nadie decía nada. Un perrito callejero que pasaba por el parque, se detuvo esperando comida pero soltó un aullido como si alguien le hubiera pegado una patada.
-Bueno- dijo ya impaciente Cabe -Sáquense las máscaras y los disfraces, quiero verles la cara-.
En ese momento todos obedecieron excepto el último de la fila quien estaba vestido de brujo.
-¿Quién sos?- pregunto cabe tratando de parecer algo autoritario -Sacate el sombrero ya-.
Pero el chico no contesto. En vez de eso se fue hacia adelante, hacia una casa ubicada a mitad de cuadra.
-¿Qué tiene que ver eso? Esa es mi casa, dale, no te hagas el gil y contéstame, ¿quién sos?- dijo Cabe.
El misterioso chico comenzó a caminar en dirección a la casa de mi amigo. A mitad de camino se detuvo y nos hizo señas para que lo siguiéramos. Todos nosotros, asustados y algo curiosos, lo seguimos. Enseguida notamos que este brujo caminaba de una forma muy rara, todos nos miramos como dudosos y no le llevamos el apunte y seguimos caminando. Cuando llegamos a la casa de Cabe nos asombramos todos porque era una casa hermosamente decorada, pero ahora estaba demasiado descuidada.
-¿Qué pasa acá?- Dijo mi amigo ya asustado.
Guiados por el chico misterioso, entramos a la casa. El interior estaba completamente lleno de moho y telarañas. El chico se detuvo frente a un viejo modular, abrió un cajón y extrajo un recorte de diario.
-Quiere que lo leas- dijo Lucho -Léelo Cabe que tenemos miedo y nos queremos ir.
Aun incapaces de creer todo lo que pasaba escuchamos como nuestro amigo leía el pedazo de diario. El artículo trataba de un accidente trágico ocurrido durante los festejos de Halloween el año pasado. Un joven vestido de brujo había atravesado la ruta en el momento que un colectivo pasaba por el lugar. El colectivo transportaba a 11 chicos que regresaban de jugar al futbol en la localidad de Pilar.
El vehículo atropelló al chico y en una mala maniobra del asustado conductor, se salió del carril y termino accidentándose. Ninguno de los pasajeros sobrevivió.

En ese momento cuando Cabe termino de leer esto, los 12 chicos se miraron con tristeza, y luego lentamente desparecieron en medio del cálido viento de la noche. 

Una pesadilla, una reflexión

Por Jazmín Luna

Parecía un día como cualquier otro, pero lo que yo no sabía es que desde ese momento mi vida cambiaría por completo. Me sentía rara, pensamientos invadían  mi mente de una manera extraña. Te preguntarás ¿qué pensamientos? La verdad, muchos.
El pensar esas cosas hizo que sintiera nostalgia al extrañar cosas que ya no tenía. Ya cansada de caminar decidí  sentarme en aquel banco solitario de la plaza. Cerré mis ojos un momento y es lo último que recuerdo.
Desperté, sin poder pensar... Luego de unos minutos me pregunté dónde estaba. Todo estaba tan oscuro, no podía ver, me sentía tan asustada y sola. Sin saber qué hacer comencé a llorar. ¿Qué fue lo que sucedió?
Lo único que podía ver era una pequeña luz en la cerradura del lugar en donde me encontraba.
Solo me quedaba esperar que esa puerta se abriera. De repente sentí el llanto de una niña a mi izquierda y supe que no estaba sola. Sin sentir temor decidí hablarle pero ella no contestaba, lo único que hacía era llorar desconsoladamente. Intente tranquilizarla y entre las paredes oscuras comencé a moverme hasta encontrarla. Solo tenía 5 años. ¿Por qué hacerle esto a una niña inocente con una vida por delante?
La verdad, no entendía nada pero lo que sí sabía es que me habían secuestrado; nos habían secuestrado. Decidí tranquilizarme y pensar como podíamos salir de aquí. Aunque no tenía fuerzas me quedaba una pequeña esperanza. Los días  pasaban y cada vez me sentía más sola y débil. Sacaba fuerzas de donde no tenía, solamente porque a mi lado se encontraba Abril, esa pequeña que cada noche recordaba a su familia y lloraba al extrañar a su padre. Sentía una impotencia por no poder hacer nada ni por ella ni por mí.
De repente sentí una voz diciendo: -Despierta, se hace tarde-. Mis ojos se abrieron, era mi hermana. Suspiré y me pregunté: -¿todo fue un sueño?  Juro que parecía tan real que aún me queda esa horrible sensación de tristeza-.

Pero la verdad es que este sueño me sirvió para valorar la libertad que Dios me regala cada día, y pensar que en el mundo hay tanta gente mala que hace eso, secuestran personas dejándolas sin esperanzas, destruyendo sus sueños y sus vidas. Solo espero poder algún día luchar por esas personas y sus derechos. La verdad este sueño me conmovió.

La historia de papá

Por Milagros Ludueña Sanchez

Cuando yo era chica mi papá siempre hablaba de una casa abandonada en el bosque, y cuando escuchaba sus historias me daba curiosidad de saber si esos relatos eran ciertos.
Cuando era adolescente, todos los fines de semanas nos íbamos a acampar a un bosque cerca de casa, donde pasábamos toda la tarde explorando nuevos lugares. Iba con mi papá y mi hermano, porque a mi mamá no le interesaba mucho, ella prefería quedarse en casa y preparar la comida.
Al cabo de unos años, mi papá sufrió de una enfermedad terminal .Yo ya estaba por cumplir 19 años y unos días antes falleció. Con el dolor de la pérdida, nunca volví a pisar un bosque.
Ya había comenzado la Facultad de arquitectura. Me hice de muchos amigos, y con uno de ellos me puse de novia; hoy cumplimos un mes de noviazgo. Se llama Tomás, tiene 21 años, y vive a unas cuadras de mi casa. Casi siempre nos juntamos a pasar tiempo juntos o con nuestros  amigos. Un día un amigo me invitó a que salgamos a bailar y le dije que sí.  A mi novio no le gustó mucho la idea, pero accedió con la condición de que le mande un mensaje cuando llegue. Así fue a las cinco y media, mi amigo me acompañó a mi casa. Cuando se estaba por ir me preguntó si al otro día quería ir a acampar, la última vez fue cuando tenía 16 años, y sin dudas le dije que sí.  Entonces me dijo -a las 16:30 voy para tu casa – le dije, bueno está bien. Me dio un beso en la mejilla y se fue.
Al día siguiente me fui a acampar con él,  sin decir nada a mi novio porque sabía que se iba a enojar conmigo y no iba a querer que vaya. Me llevo al mismo bosque donde siempre iba con mi papá. Empezamos a caminar y caminar hasta que en un momento se hizo de noche, y cuando ya estábamos por volver a casa se quedó sin nafta el auto. Teníamos que pasar toda la noche allí. Le dije que cerca de donde estábamos de encontraba una casa abandonada donde nunca me animé a entrar cuando era chica.

Me dijo: -bueno vamos- Planeamos pasar la noche ahí y mañana iba a llamar a un compañero de la facu. Cuando entramos a la casa de encintaba en buen estado y limpia. Fui a la habitación y había unos cuados muy raros. Eran todas caras y parecía que nos miraban. Me dio mucho miedo así que le dije a Facundo, mi amigo, que venga a dormí conmigo. Al otro día noté algo muy extraño en la pieza y era que todos esos cuadros eran ahora ventanas. Entonces me levanté pero no encontraba a Facundo por ningún lado. Salí afuera de la casa y encontré fotos tiradas en el piso formando un camino. En la primera se veía un túnel oscuro. En la segunda se notaba el reflejo de una cara. Cada vez que alzada una de esas fotos se notaba más la cara, hasta que llegue a la última fotografía de veía mi rostro reflejado y me di cuenta que ya estaba en el túnel…

Un caso sobrenatural

Por Gabriel Ludueña Sanchez

Siempre me acuerdo de ese momento en el que era joven y practicaba MMA, siempre me gustó. Pero tenía miedo a practicar este deporte, ya que era muy riesgoso. Mientras tanto yo soñaba con que era el campeón,  el mejor de todos, pero siempre llegaba la hora de levantarse y volvía todo a la realidad.
Hasta que un día decidí a dejar el pasado atrás, con todos los miedos y todo, y fui y me anote en un academia de MMA. Al principio todo era nuevo para mí, me costaba horrores poder ganar estado físico ya que nunca había hecho ningún deporte.
Mientras tanto no descuidaba mis estudios, ya estaba en 5to año y ya me quedaba solo un año por cursar. Un día con el colegio fuimos a una visita que recibimos del laboratorio más importante de Córdoba, para observar cómo se trabaja en esos lugares. Mientras recorríamos el lugar, no podía faltar ese típico compañero bromista que por estar jugando con otro compañero me empujó a mí y caí sobre una superficie en donde se concentraba una alta cantidad de rayos gamma. Al caer sentí una fuerte descarga de electricidad en mi cuerpo y luego me desmaye, por suerte no morí, los médicos decían que se trataba de algo extraño porque  no hay ningún ser humano que pueda resistir esa descarga eléctrica porque le reventaría el corazón.

Luego de unos meses de recuperación, volví a retomar mis entrenamientos, pasaban los días y sentí como que había cambiado algo en mi cuerpo, porque con un solo mes de entrenamiento mejore mis habilidades con las MMA de una manera abismal, la cual me sorprendí mucho y empecé a  hacerme una serie de preguntas como: ¿será que por la descarga que recibí de rayos gamma allá hecho que cambiara algo en mi cuerpo?, ¿estaré soñando? ¿Se estarán cumpliendo mis sueños? Etc. Todo esto pasaba por mi cabeza, pero de todas formas yo contento por mis avances continúe practicando y perfeccionándome, que con un solo año de entrenamiento logre entrar en la liga nacional de UFC profesional, todo era muy sorprendente porque cada vez mejoraba más, más y más que llegué  a ser el mejor luchador del mundo con solo 20 años, no había persona en el mundo que pudiera vencerme. Luego de que pasaron los años y de que nadie pudiera vencerme me retire  de las MMA con 80 años de edad y consagrado como el único luchador de la historia que nunca perdió una pelea.

El cuervo

Por Federico Leal

Una mañana, como cualquier otra, me despierto feliz porque hoy teníamos nuestro viaje con los chicos y pensaba en todas las idioteces que haríamos. En mi pleno delirio me doy cuenta que un tenebroso cuervo me observaba por la ventana. Jamás olvidaré su aspecto, con sus plumas todas desalineadas, su pico raspado y un ojo azul. Rápidamente el ave se dio a la fuga. No le preste atención y continúe levantándome y preparándome para partir.
A eso de las diez los chicos estaban todos reunidos fuera de mi casa con sus bolsos y las ganas de viajar. Por suerte el padre de Marcos nos llevaba hasta la terminal junto con Eze y Mariano.
Todo fue muy rápido y sin darme cuenta ya estábamos llegando a nuestro destino elegido, un lindo pueblito llamado Bailet Masse. Ahí íbamos a acampar cerca del río, del lado silvestre alejados lo más posible de la civilización para estar tranquilos. No costó mucho encontrar ese lugar, el pueblo era chico y el lugar inmenso. Llegamos, armamos nuestra tiendas, buscamos leña dejando así todo preparando para la noche.  Nos fuimos al río. Anduvimos todo el día hasta que nuestros brazos se caían de cansados y finalmente comimos a la vera del río.
Volvimos a nuestro campamento prendimos un fuego y nos fuimos a dormir. Al otro día nos tendíamos que levantar temprano porque nos íbamos a escalar las montaña.
Eran apenas las seis y el sol ya quemaba. Nos levantamos, nos cambiamos y en eso se escucha el ruido de un cuervo. Me llamó la atención, no demasiado, pero hizo que recordará aquella ave de la mañana anterior. Eze me apuraba para que salgamos de una vez.
Comenzamos a caminar. Marcos miraba todo muy sorprendido y decía a cada rato -¡que bello, que bello!- A mí y a Mariano ya nos había cansado. Mariano no aguantó y le dijo -¡ya entendimos que todo te parece bello! ¿Puedes callarte ya?- Marcos con mala cara se calló, y de repente se escucha otra vez el sonido de aquel pájaro pero esta vez fue ensordecedor. Marcos quien caminaba por la orilla se dio vuelta perdió el equilibrio y cayó. Grité muy fuerte
-¡Marcooos!- Pero de nada sirvió. Él continuó cayendo. Empezamos a bajar para tratar de socorrerlo. Mariano y Eze me preguntaban gritando porqué lo empujé, porque lo había hecho. Me golpearon y no recuerdo nada más. Sólo que desperté en un hospital psiquiátrico. Todos aquí hablan idioteces o simplemente no hablan de lo drogado que los tienen. El psicólogo quiere saber qué pasó. Dice que maté a Marcos, yo sé que no es así, pero nadie me cree. A diario recibo insultos de la familia de marco.
Todavía sigo escuchando el sonido del cuervo por las noches. No me deja dormir. Empiezo a creer que estoy destinado a morir aquí.

Carolina y su miedo a quedarse sola

Por Micaela Gómez

Todo comenzó con Carolina y su miedo de quedase sola en su casa. Ella es una adolescente de 16 años a la que su hermano mayor, Matías, siempre la asusto con ruidos de fantasmas y de ladrones.
Esa noche, como tantas otras, mi amiga Caro, para no tener tanto miedo, nos invitó a ir a escuchar música en su casa. Mis amigas, Carolina y yo jugábamos a las escondidas, jugábamos a la atrapadita y cuando nos aburrimos Sabrina tuvo una idea fuera de nuestros juegos comunes, y ya que estábamos aburridas de lo mismo mis amigas le dieron el sí. Por mi parte, ésta había sido la peor idea de Sabrina en años.
Las chicas se pusieron a correr la mesa, las sillas y el televisor, Julieta puso una manta negra que saco de una caja que Sabrina había llevado a casa de Caro y olía a quemado. Cuando abrió la caja afuera se empezó a sentir el viento soplar más fuerte, la luces comenzaron a palpitar y las puertas viejas de la casa de Carolina comenzaron a cerrarse. De pronto la puerta se abrió, un fuerte viento sopló y las luces se apagaron, Sabrina saco unas velas de esa misma caja, qué eran amarillas y que parecían brillar. Las sopló y mágicamente se encendieron. Todas quedamos asombradas. En ese momento descubrimos que algo con Sabrina no estaba bien. Puso las velas sobre un tablero que tenía todo el abecedario y de un lado decía “Si” y del otro lado “No”.
Carolina obviamente empezó a asustarse. Nos sentamos todas en ronda y empezamos a hacer peguntas ¿Hay algún espiritad con nosotras? El tablero se movió hacia el sí y Carolina grito del susto. Sabrina nos prohibió movernos y dijo que los espíritus se enojarían. A Carolina mucho no le importo, se levantó y se fue. Un fuerte viento abrió las ventanas y las velas se apagaron. Sabrina sonrió y dio un paso hacia atrás y nos dijo: -yo se lo advertí-. De pronto se abrió un agujero en el piso del mismo color oscuro que la manta y caímos todas excepto Sabrina.
Desde entonces mis amigas y yo vivimos atrapadas entre las paredes de la casa vieja de Caro y resulta que no somos las únicas. Hay más personas atrapadas aquí; él abuelo de Caro es una de ellas. Él dice que le advirtió a ella de esto desde muy pequeña.

Sabrina, aunque luce como una adolescente normal, es la abuela  postiza de Carolina, qué tiene un profundo odio hacia su familia porque el abuelo de Caro jamás la quiso. Desde hace años la bruja Sabrina, atrapa a todos los que van a casa de Carolina por odio.

Un sueño hecho realidad

Por Ismael Gaido

Había una vez un chico llamado Paolo Guerrero que solía jugar al fútbol con sus amigos en el barrio. Era un buen jugador y le hubiese gustado mucho estar en un club, pero su familia no tenía suficiente dinero para anotarlo.
Entonces un día un entrenador llamado Pep Guardiola, vino a visitar a la familia Guerrero, vio que él era un excelente jugador y llegaron a un acuerdo muy favorable. Se emocionó mucho cuando el entrenador le dijo que lo quería para su equipo Real Madrid. Paolo lloró de alegría. Al siguiente día viajaron a España y empezó a entrenar duro. A él  le costaba pero cada día iba mejorando y así se convirtió en un profesional del fútbol. Paolo logró su sueño y llego a primera división, le pagaban mucho dinero y él pensó que con eso podía ayudar a su familia.

Una fiesta delirante

Por Braian Frias

Comenzó en una fiesta. Fue una noche de salida con amigos, llegamos a la fiesta y empezó la diversión como siempre que salimos. Arrancamos con las bebidas alcohólicas y el descontrol.
Yo fui a caminar por la fiesta saludando a conocidos y amigos, me quedé a bailar con algunos de ellos con la mejor onda y siempre pasándola muy bien, hasta que en un momento, un rato antes de que la fiesta terminase, iba buscando a mis amigos y escuche rumores de que un chico se había desmayado porque le habían puesto pastillas al alcohol, y cuando encontré a mis amigos noté que uno de ellos era el de los rumores, y que estos eran ciertos.

Mi amigo fue internado en estado grave, y desde entonces me dan miedo las fiestas.

Viaje a la felicidad

Por Julissa Contrera

Había una vez una mujer mayor llamada Josefina, tenía 54 años, y le habían detectado una enfermedad que se curaría si ella aprendía a ser feliz. Josefina era una señora que había caído en depresión al fallecer su marido, no quería salir de su casa, se sentía muy triste y sola, y sus hijos se habían ido de viaje.
Una mañana cuando Josefina estaba tomando mates como habitualmente lo hacía sintió que golpearon la puerta. Le pareció extraño porque hacía tiempo que nadie iba a su casa. Fue hasta la puerta y cuando abrió la puerta se llevó una gran sorpresa. Era su amiga de la infancia que hacía tiempo no veía, habían pasado 32 años, 32 años en el que pasaron tantas cosas. Se dieron un fuerte abrazo y la invitó a tomar mates.
-Josefina ¡tanto tiempo! Me he enterado de lo que te ha sucedido, lo lamento- dijo la amiga con lágrimas en los ojos.
-Está bien, hace un mes me detectaron una rara enfermedad que el doctor me dijo que se curaría con felicidad, hace mucho no me sentía tan bien- expresó Josefina riéndose a carcajadas.
-Josefina vine a tu casa para invitarte a viajar conmigo. Sé que toda tu vida has soñado con irte de viaje y vengo hacer tu sueño realidad- le dijo su amiga.
Josefina decidió ir de viaje con su amiga y renunciar a lo que, después de tanto tiempo, le hacía mal. Después de ocho meses de viaje decidió mandarles una carta a sus hijos que decía:
“Queridos hijos quería contarle que ya han pasado ocho meses desde que decidí viajar, ocho meses de que renuncié a lo que me hacía mal, ocho meses en el que ya no estoy triste. Estoy feliz. Quería contarles que me hice los análisis y ya no tengo nada, mi enfermedad se curó. Bueno me voy, un beso, los amo”.

Josefina desde ese día de viaje empezó a ser feliz.

Un pajarito soñador

Por Melani Cisneros

Jorge era un pajarito que soñaba con volar, pero había dos cosas que se lo impedían: su miedo y su inseguridad. Él soñaba con ser como los demás pájaros, con emprender viajes y volar alto. Él pensó que nunca lograría su sueño por sus miedos e inseguridades.
Un día Jorge estaba con sus padres e intentó volar desde la rama más alta del árbol de su casa. Tomó distancia, abrió sus alas y se tiró.
-Mueve tus alas hijo, tú puedes- le dijo su madre.
Jorge como las otras veces que había intentado no pudo volar y cayó en un charco de agua.
Al amanecer su padre entró al cuarto de Jorge y se sentó en su  cama
-Jorge es imposible que no sepas volar, eres un fracaso- le dijo su padre.
Jorge entre lágrimas le dijo -Yo sé que podré volar-.
-No creo que lo logres- Exclamó su padre cerrando la puerta.
Al día siguiente Jorge decidió ir caminando a la casa de su abuelo a quien le pediría ayuda
-Hola abuelo, necesito preguntarte algo- dijo Jorge.
-Sí, ¿Qué pasa Jorge?- le pregunto su abuelo.
-Quería preguntarte cuál es el secreto para aprender a volar-.
-Mi secreto para aprender a volar es creer en mí mismo, no hay miedo ni inseguridad que valga. El truco esta en intentarlo varias veces, ignorando lo que dice la gente y lo fundamental no temerle al fracaso- le consejo su abuelo.
Jorge muy contento y motivado decidió intentarlo nuevamente desde la rama del árbol de la casa de su abuelo. Tomó distancia, se abalanzó hacia el piso y abrió sus alas sin miedo ni inseguridad.
-¡Tú puedes Jorge, tú puedes!-Le gritó su abuelo.
Jorge empezó a volar. El ya no tenía miedo, estaba seguro de sí mismo y aprendió que creyendo en él mismo llegaría tan lejos que nada ni nadie lo detendrían.
Al finalizar el día se acostó en su cama y entró su padre a darle las buenas noches como siempre lo hacía.
-Hijo quiero que sepas que me siento orgulloso de ti, perdóname por no creer que podrías- dijo el padre secándose las lágrimas.
-¿Sabes qué papá? te perdono y ahora lo que me causaba miedo e inseguridad me da gracia- le dijo  Jorge riéndose a carcajadas.

Se dieron un abrazo fuerte y Jorge se fue a dormir muy contento como nunca lo había estado. Fue su mejor día, fue el día en que aprendió a creer en él mismo.

Una visita inesperada

Por Melina Santillán

Esta historia comienza con un cachorrito abandonado, solo, triste y perdido. Era primavera cuando la familia González decidió tomarse unas vacaciones en el lago. Era tanta la alegría que tenían que se olvidaron de su perrito, Boonie.
La primer noche pasó solo, a pesar de estar triste y decepcionado, no estuvo tan mal. La segunda, lamentablemente, no le fue tan bien. Esa noche había una fuerte tormenta y Boonie le tenía mucho miedo a los ruidos de truenos. No sabía qué hacer: esconderse debajo de la cama o irse al baño.
La siguiente noche, entró por la ventana un conejo muy asustado también, y muy hambriento. Boonie no se quería acercar a él; ninguno de los dos quería hacerlo. Pasó un rato y el conejo, por buscar una salida se cayó por la rejilla del baño… casi se ahoga. En el momento en que Boonie escuchó el chillido fue a ver qué pasaba y cuando lo vio no dudo en acercarse y ayudarlo a salir.
Después de eso, empezaron a tener más confianza entre ellos y comenzaron a ayudarse el uno al otro. Encontraron comida y se acurrucaron en un rincón, calentitos y haciéndose compañía. Así, el ruido de los truenos ya no era tan tenebroso.

Cuando la familia volvió los encontró, y les pareció muy raro y dulce a la vez, tanto que decidieron adoptar a ese conejo como su mascota.

De la ciudad al campo

Dulcinea Colautti Torres

Una noche de abril de 1999 un grupo de roedores decidieron mudarse al campo. El grupo era muy numeroso y como en todo grupo hay líderes. Éste contaba con uno que era muy estricto, siempre protegía a sus compañeros e impedía que los mismos hicieran cosas que los llevara a su propia muerte, impedía que fueran a comer a los restaurantes cuando había gente ya que si estos los veían iban a actuar de una forma muy brusca. El líder siempre buscaba el lugar y el horario perfecto para que todos pudieran salir y poder andar por la ciudad libres sin que los humanos intentaran matarlos

Todo iba bien y muy tranquilo hasta que una noche todos decidieron ir hasta el restaurante al que siempre iban a comer. Fue ahí cuando se dieron con una gran sorpresa esta era que los dueños del restaurante había decidido comprar un gato, al cual decidieron llamarlo Goliat, ya que el mismo era muy grande. Cuando los roedores vieron a Goliat se asustaron bastante y empezaron a correr, todos se alborotaron corrían de un lado a otro y empezaron a dispersarse por todos lados. Fue ahí cuando el líder decidió que dejarían la ciudad ya que en la misma corrían peligro. Todos los roedores estuvieron de acuerdo con lo que había dicho el líder. Al otro día todos hablaron y estuvieron de acuerdo con partir esa misma noche , la noche llego y todos partieron hacia un nuevo destino con el pensamiento de encontrar un nuevo lugar para estar tranquilos y poder andar libres sin ningún riesgo, fue ahí cuando llegaron a un lugar. Todos vieron la tranquilidad que había en ese sitio y decidieron que  iba a ser su nuevo hogar el campo.

Cancha de miedo

Por Lautaro Olivero

Todo comenzó en la cancha del barrio, en un día lluvioso. Vinieron unos chicos nuevos en el barrio y fueron a jugar un picadito. Pasaron los minutos y los chicos nuevos pidieron jugar. Les dije que si, así que uno se sumó a mi equipo y el otro al equipo de mi amigo.
Al término el partido y vinieron a querernos robar. Los nuevos salieron corriendo porque  tenían miedo. Me robaron a mí y a mi amigo porque los otros se fueron. Nos sacaron los botines y las remeras. A partir de entonces empezamos a tenerle miedo a ir a jugar a esa cancha. Pero al día siguiente fuimos a jugar de nuevo a la cancha y llegaron los nuevos. Les preguntamos por qué se fueron y nos dijeron que habían tenido miedo.
Después de unos minutos llegaron los que nos habían robado y a nosotros nos dio miedo de nuevo pero nos dijeron: 
-Disculpen chicos.  Sólo queremos hablar con ustedes y pedirle perdón  por robarle-. 
Les dijimos que los perdonamos. Unos minutos después nos devolvieron los botines y las camisetas. Quedó todo bien con ellos y seguimos jugando al fútbol todos juntos.

Mis amigos y yo nos quedamos más tranquilos porque habíamos hecho amigos nuevos y nos habían devuelto las cosas.

Pizza

Por Luciano Catrari

Llegue sin saber cómo comenzar. Intriga y curiosidad era el único que sentía. Tenía que comenzar de cero todo lo que había construido en años: mis amistades, mis juntas… Por suerte mi primer encuentro fue amigable; frio y sin sentimiento pero amigable.
Con el paso de los días me sentí mejor. Todo era diferente a lo acostumbrado, pero supe llevar la situación. Hubo diferentes acontecimientos por ser el chico nuevo de la escuela.
Las mañanas comenzaron a pasar y me gane la confianza, y porque, no la amistad de pocos. Con ellos me bastaba. Nos comenzamos a conocer y creamos lazos de amistad bastante fuertes.
Hasta que hubo un tiempo en el que todo cambio. Ya las miradas no eran las mismas, los pensamientos diferentes y el orgullo fueron más fuertes. Ya nada era lo mismo, era mucha indiferencia, de repente había conflictos y desacuerdos.
Fue una época muy dura. Mi miedo más grande era que mi grupo, con el cual compartí miles de cosas, se disolviera de apoco hasta quedar en la nada. Hasta que una tarde decidimos reunirnos. Algo teníamos que hacer, comenzaron con la discusión, y nos costaba ceder.
Tomo un tiempo que todo se arreglara pero de a poco cada uno fue ablandando, dejando de ser tan hostiles, y llegamos a un acuerdo. Todo comenzó a fluir sin dificultades.

Nuestra amistad se recuperó. Nuestros días retomaron esas rutinas de risas y alegrías. Ahora todo se basa en juntarse y comer pizza, esa es nuestra excusa para no extrañarse.

La casa embrujada de San Vicente

Por Juan Castro

Hace ya un tiempo en la ciudad de Córdoba había un hombre llamado José, que al terminar el colegio se fue a vivir sólo a una casa en barrio San Vicente. José era un chico muy irresponsable y no le gustaba trabajar, ni hacer sus deberes y vivía a cuestas de sus padres. Al pasar el tiempo en la casa se notaba que había cosas raras, se oían ruidos extraños, las cosas se movían de lugar y varias cosas inusuales más. José creía que era producto de las drogas, ya que él consumía drogas y tenía plantaciones de marihuana en su casa.
Una noche el hizo una fiesta en su casa a la cual asistieron unas cien personas, en esa fiesta hubo mucho descontrol, droga y alcohol. Hubo unas siete personas que entraron al sótano y luego no aparecieron más. Al terminar la fiesta ellos seguían sin aparecer y José no podía buscar a nadie. Al día siguiente empezó a salir mal olor del sótano, al entrar allí José se dio con que esas siete personas que habían desaparecido estaban muertas. Habían sido descuartizadas y no había señal de sus muertes. Inmediatamente llamó a la policía.
Luego de mucho investigar no encontraron rastro de un homicidio. Al pasar los meses, en la casa seguían pasando cosas raras y llegó un momento en el que se dio cuenta de que lo que pasaba era algo "sobrenatural" y no a causa de las drogas. Por eso fue que llamó a un cura quien le dijo que la casa estaba embrujada y había un espíritu, y que a él no le hacía nada porque fue alguien muy importante en el pasado y no le podía hacer nada, pero a los jóvenes que había matado en la fiesta era porque habían invadido "su territorio".
José ya se había vuelto medio loco y hasta podía hablar con el espíritu, y seguía organizando fiestas para que el espíritu se pudiera alimentar de las personas. Todo esto parecía muy extraño para la justicia porque no encontraban ni un solo rastro de las personas que morían. Al pasar el tiempo el espíritu se adueñó del cuerpo de José y le controlaba la mente, parecía un "zombi". Así fue como José mató a su padre, a su madre y a sus dos hermanos. Cuando la policía lo apreso él se volvió aún más loco y hasta mataba a sus compañeros de prisión. Cuando los policías se dieron cuenta de que estaba verdaderamente loco lo encerraron en un manicomio y llamarón a un exorcista, porque esto era algo "sobrenatural", para ver si podía liberar a José del espíritu. Cuando logro sacar el espíritu de su cuerpo y José se dio cuenta de lo que había hecho se incendió dentro de la casa, y está ardió en llamas hasta no quedar nada.

En la actualidad el terreno está abandonado y funciona como basural y se dice que por la noche se escuchan los gritos de José.